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martes, 17 de noviembre de 2009

Talento

Hoy en “La Contra” de La Vanguardia, Inma Sanchís, publica una entrevista con Dan Coyle. Por el contenido de la misma, D. Coyle acaba de publicar su cuarto libro, “Las claves del Talento” (Ed. Zenith). Desde luego si el libro es tan interesante como la entrevista, tendré que apuntarlo en mi lista de lecturas pendientes.




D. Coley, afirma que la mayor sorpresa que le ha ocasionado la investigación realizada para escribir el libro ha sido “darme cuenta de que el talento no tiene tanto que ver como creíamos con los genes. El talento se cultiva y no es necesario ser rico”. El titular de la entrevista, es un poco más rotundo, “el talento ni es innato, ni es genético, el talento se cultiva”.



Ciertamente creo que a ninguno se nos escapa que la excelencia en cualquier disciplina se fundamenta en la iteración y el entrenamiento repetitivo. Cualquier aprendizaje también se basa en el mismo principio hasta que se establecen los correspondientes circuitos neuronales. Pero en mi humilde opinión me resulta cuando menos arriesgado una afirmación como la del titular.



Lógicamente, estoy convencido, que en nuestro mapa genético no disponemos de un gen denominado talento. Desde ese simplista punto de vista, podríamos afirmar que el talento no se hereda, ni es innato. Por otra parte, conocemos que una de las leyes que rigen la genética, es que la expresión de un mismo gen, no tiene por que ser idéntica en dos individuos distintos, ya que esta , viene condicionada por las condiciones ambientales que acompañan al individuo. Condiciones que además pueden ser desde microambientales (relativas al entorno celular) hasta culturales. Donde quiero llegar es que evidentemente estoy de acuerdo que la práctica (condición ambiental) llevará a la excelencia. Aunque se ha de tener en cuenta que ante dos individuos que hiciesen exactamente las mismas prácticas siempre podría producirse una diferencia por el condicionante genético, que no es talento, pero que si imaginamos el caso de un pianista, ese condicionante puede hacer que uno de ellos padezca sordera prematura, que tenga un determinado sentido de la musicalidad, determinada elasticidad en las manos, cierta propensión al desgaste óseo...



Los genes son los genes, aunque la repetición y la práctica obran auténticos milagros. De hecho, estamos muy lejos de alcanzar el verdadero desarrollo de nuestra dotación genética, con frecuencia como consecuencia de nuestras creencias limitantes y de no estar dispuestos a realizar el esfuerzo que supone alcanzar la excelencia.

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